martes, 18 de diciembre de 2012

La Zanahoria



Seguro que son muchas las personas, de varias generaciones, a las que cuando se habla de zanahorias les viene a la mente la imagen de Bugs Bunny mordisqueando una mientras contempla a su siempre frustrado cazador Elmer antes de espetarle su clásico "¿qué hay de nuevo, viejo?"


Una verdura, nos dicen, y la verdad es que, de pequeños, no entendemos muy bien cómo se puede llamar verdura a una cosa de un color tan rabiosamente anaranjado. Un color bonito, desde luego, y además indicio de salud, ya que se debe al alto contenido en caroteno, sustancia que contribuye a la formación de vitamina A, imprescindible para el sentido de la vista.
Eso, que las zanahorias son muy buenas para la vista, es el argumento que, desde siempre, han usado los adultos para convencer a los niños de que hay que comer zanahorias: "¿tú has visto alguna vez a un conejo con gafas?", preguntan. Y, claro, el niño piensa y, así de pronto, dice que no, salvo los niños de otra generación (la mía, sin ir más lejos), que decíamos que sí, que claro, que el conejo blanco de "Alicia en el País de las Maravillas" llevaba no sólo gafas, sino reloj, al menos en la versión Disney.
Así que, hablando de zanahorias, o acenorias, o carotas, o como quiera que les llamen allá donde estén ustedes, han salido los grandes de toda la vida (de toda la vida de antes de Pixar, claro) del cine de animación: Disney y la Warner. Ciertamente, sus directivos deben de haber comido un montón de zanahorias, porque vista, al menos comercial, siempre la han tenido de águila.
Bueno, y ¿qué podemos hacer con las zanahorias? Muchas cosas; pero lo primero es ponerlas en disposición de ser utilizadas. Hay que eliminar los extremos (salvo que se trate de ejemplares chiquitos, enanos, que quedan muy lindos como decoración con su penacho de hojitas emperejiladas) y lo de fuera. Si las han cultivado ustedes en su huerto y están seguros de no haber usado sustancias potencialmente dañinas, bastará con lavarlas.
Si no, que será lo más común, dos opciones: blanquearlas dos o tres minutos en agua hirviendo y frotarlas después con un paño, o la más frecuente y expeditiva de raspar su superficie. A partir de ahí, lo que quieran. Crudas, si son tiernas, están muy buenas: Bugs Bunny tiene buen gusto. Más normal es presentarlas ralladas, a modo de aperitivo.



Fuente: esmas.com

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